jueves, 8 de septiembre de 2011

Que el cielo los juzgue

Por Andrés Pascual



       El pasado martes 6 de septiembre, el diario mexicano Estadio publicó una crítica del presidente del CMB, José Sulaimán, a los manejadores de Julio César Chávez jr, campeón mundial de peso mediano de la organización que preside, basada en que “no se da a respetar”.

       Hecha en su “tradicional Martes de Café” el mandamás del Consejo sancionó “aunque el junior ya es campeon mundial, su carrera no ha despuntado como se esperaba” y, continúa, “al grado de cancelar el combate que tenía previsto para el 17 de septiembre contra Ronald Hearns por lesión en una de sus manos”.

       Para Sulaimán, los apoderados del hijo de su papá deberían prescindir de los servicios de Freddie Roach, porque “no lo atiende a tiempo completo; sino que está supeditado a su agenda y Pacquiao le absorbe todo el tiempo, que incluye training, peleas, giras de promoción…”

       La conclusión es que el mexicano debe exigir respeto como el campeón mundial que es y que debe pelear más que lo ocasional que lo hace, porque “está en una división muy atractiva…”

       Sin embargo, ¿Por qué mantienen a Julito con Roach?  Esa es la pregunta de los 64,000.

       Freddie Roach no es lo mejor del mundo en su oficio, no ha mejorado técnicamente a ningún peleador que haya tenido: ni a Pacquiao ni a Kahn ni al mismo Chávez, estos peleadores siguen igual que el día antes de que comenzaran con él, con sus virtudes iniciales y sus deficiencias previas, pero, “ojo aquí”: el laureado trainer los convierte en máquinas más resistentes al castigo y a la distancia y adquieren la pegada que el desarrollo normal no posibilita; es decir, van contra la naturaleza. Eso sí lo hace Roach.

        La crítica a la poca atención a otros boxeadores de su establo se escuchó antes con los apoderados del cubano Guillermo Rigondeaux, que no solo se lo quitaron, sino que no anduvieron con paños tibios y dijeron lo que es una verdad que, quizás, hasta paguen o gratifiquen para que se calle: “que el tipo no enseña na’, que es un globo…”

       Tal vez al junior lo dejan ahí para ver si funciona “la mística Roach”; mientras, el trainer parece que no le ve para más de lo que ha hecho hasta hoy este peleador, por lo que podría ser capaz de comprometer “su honra y su ética” si fabrica, de un total mediocre, otro supermán del pugilismo; es decir, si a Julito lo tiene tan desamparado debe ser porque el experimento de laboratorio sería demasiado sospechoso para el entrenador.

       Pacquiao, que sigue técnicamente con los mismos vicios de hace 10 años: guardia abierta, golpea en el aire, sin cintura…ha convertido a Roach en una leyenda como los Yanquis a un manager mediocre llamado Joe Torre. Si nunca logra conocerse su secreto para preparar animales más que boxeadores, bien, de lo contrario, ¡Que el Señor los coja confesados!

       Por regla general, para casos como estos, el dicho es “un día será, entre cielo y tierra nada es posible ocultar!
























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