miércoles, 31 de agosto de 2011

Bob Arum no sabe tirar el jab


Por Andrés Pascual



       Bob Arum es amigo de la tiranía castrocomunista, viaja a la Isla encubierto en “atención a la comunidad judía”, él lo es; no lleva algo que lo implique en “actividades de la CIA para ayudar a desestabilizar a la Revolución a través de los grupos opositores”.

       En Cuba (su último viaje fue a principios de este año) habla de boxeo, de boxeadores, de sus posibilidades, de la reciente medida creada para liquidar  al pugilismo amateur: la Serie Mundial de este deporte.

       Quiere convencer a las autoridades, como pretendió hace 4 años José Sulaimán, de que, si firman con él, los peleadores estarán bien cuidados, alimentados, pagados y protegidos del “pulpo mercantilista y explotador”; es decir, se refiere a fantasmas en función de apoderados, no a Bob Arum…

       Ahora hizo unas declaraciones que están sacando chispas en Miami; en Cuba no, porque allá no las conocen y si pudieran, tendrían que admitir la versión de la dictadura a “su manera”.

      De tanto huirle al problema real, de no hablar claro y directo, el promotor se mete en otros que, quizás, no fueron su intención, tales como negro y blanco, pueblo que no ama al boxeo y otras cosas.

      A nadie de “antes” le molestan las palabras de Bob Arum, porque este personaje es solo un buen vendedor de ilusiones con mucho dinero detrás, lo mismo para disfrutarlo que para pagar que para comprar una defensa propia en instancias legales si lo necesitara. Pero a los cubanos “emigrados entrantes o comunidad económica”, como los llamara hace poco Raúl Castro, sí los hiere, tanto que han armado un tremendo “follón” con el asunto.

       ¿Por qué sucede con el cubano de la comunidad? Pues porque se ha creado un apartheid con respecto a la identidad cultural del país; porque, aunque lo encubran, no sienten que la historia gloriosa cubana forma parte de ellos ni es el sostén de lo tradicional ni de la personalidad propia de quien se siente reyoyo…Entonces no tienen ni almohada en que recostar las penas, que son muchas: cada vez que alguien dice algo se sienten aludidos y eso es un complejo que los convierte en ciegos y en groseros en cualquier nivel, como medida personal repudiable, reaccionaria y retroactiva de una defensa que se debe hacer en Cuba combatiendo a la tiranía para que comiencen a poner en orden sus sentimientos.

      En Cuba antes del castrismo la arena de boxeo, el estadio de pelota, el automovilismo, la pelota vasca eran espectáculos de alta demanda popular y no hubieran podido subsistir sin que tanto negros como blancos (menos el jai a lai), hubieran tenido igual responsabilidad ante la taquilla, porque esos eventos se cobraban, lo que da una idea de las posibilidades del cubano de antes contra el que “liberó” el castrismo, para el que hubo que poner gratis las entradas y hacer del Estadio del Cerro el único lugar de La Habana donde se podía comer una pizza mala que, a eso, a comerse el veneno disfrazado de comida, iba el 40 % del público..

       Arum molestó a mi gente cuando dijo que en Miami, al estilo cubano de durante la época del 72 % de blancos en la Isla, no hay público para el boxeo, porque son de “clase acomodada en niveles medios o ricos”, cuando en la ciudad del Sur de la Florida, desde 1994, han entrado más de 400,000 cubanos negros y mestizos que no pueden llevarse de Cuba ni los clavos para un ataúd; es decir, son pobres de solemnidad y de esa forma nadie se puede dar el gustazo de asistir ni a los Marlins ni a un programa regular de boxeo como no sea haciendo un esfuerzo supremo.

      Lo que se le debería recordar a Bob Arum es que el cubano de antes, negro o blanco, era tan fanático del boxeo, tenía tanto interés en este deporte que La Habana logró convertirse en la 5ta plaza en importancia del pugilismo después de Nueva York, Filadelfia, Detroit y Los Angeles y ningún país puede alcanzar ese nivel sin apoyo multitudinario; eso no lo sabe o  lo olvidó y ni han tenido interés en decírselo en alguno de sus viajes a la Isla. Al modo mío de ver las cosas, el público cubano emigrado es tan interesado como el de antes en Cuba, incluso el que queda allá: cualquier programa con figuras criollas de nivel como Gamboa, Rigondeaux…aseguraría el éxito en las taquillas tanto en Miami como en Cuba; aunque no es menos cierto que el publico natural mayoritario del pugilista cubano son 12 millones que no pueden aplaudirlo porque la tiranía los obliga a repudiarlos..

      Sin embargo, me parece que todo este rollo que armó Bob Arum fue para decir lo que él y Don King sienten por los peleadores de “la escuela garmuriana”: que no venden solos, que no son atracciones de taquilla, que necesitan a un mexicano o a un boricua para poder sacar la inversión arrastrando a esos públicos a la cartelera; porque, cuando un cubano promedio mande todo su dinero para Cuba y viaje allá con precios estratosféricos de pasaje, posiblemente le quede poco para asistir a un programa de boxeo de relativo costo. No sé por qué creo que eso fue lo que quiso decir Bob Arum…y “cogió miedo”.














lunes, 29 de agosto de 2011

Carmen Basilio, la estirpe del fajador


Por Andrés Pascual



       El período 1940-1960 fue pródigo en figuras de clase, de responsabilidad y de un elevado concepto del carácter heroico en Fistiana.

       La nostalgia de épocas anteriores, o el fanatismo absoluto producto del desarrollo de los medios de difusión, desvían la atención de las hazañas de los gladiadores de aquel momento con frecuencia alarmante.

       El fanatico de hoy desconoce a IkeWilliams, a Bob Montgomery, a Barney Ross, a Gil Turner...porque tiene al alcance de la mano la televisión en colores "en vivo y en directo", contra las viejas y gastadas películas en el deprimente blanco y negro sin retoques.

      Pareciera como que el boxeo lo inventaron Don King, Bob Arum y José Sulaimán, promotores los dos primeros y Presidente el tercero de la más vieja organización en existencia, el Consejo Mundial, por lo tanto, las caras mas visibles del show de hoy.

     La negligencia de figuras como las que mencioné antes, acaparadoras de todo el poder y la visibilidad del boxeo actual, tienen al pugilismo en franco estado de cuenta de protección en la lona sin posibilidades de recuperación ni a corto ni a mediano plazo.

     Carmen Basilio, el Idolo de Syracuse, recogedor de cebollas en una granja de la localidad antes de ser boxeador, gano las fajas welter y mediana sin ser un noqueador de punch homicida; sin tener la velocidad de un rayo en sus movimientos ni la filigrana técnica de Sugar Ray Robinson; pero con el instinto y la intuición capaces de colocarlo entre los mejores de todos los tiempos, ademas, le sobraba lo que le dijo Angelo Dundee, uno de sus entrenadores, al cronista del Gordon Globe, Gordon Marino: "...nunca hubo otro peleador con mas determinación que Carmen Basilio"

      A este hombre lo impulsó a la grandeza su codicia, su hambre por la presa en el cuadrilátero para lograr su objetivo; le respaldaron la fortaleza y la resistencia que se pusieron a prueba en cada uno de sus pleitos. No por gusto dividió honores con Robinson en peleas consideradas entre las grandes batallas del ring de la historia.

      Basilio le dio una lección a Robinson de lo que era el fajador clásico: el pleito que ganó lo terminó con un ojo completamente cerrado por efecto de los golpes del Profesror; pero, en la pelea adentro, lo castigó tanto y tan duro que le provocó lesiones en la región lumbosacra que le minaron la velocidad y la capacidad de respuesta al Azúcar de Harlem.

       El primer tercio de la carrera de Basilio no tuvo espectacularidad y se distinguió por el exceso de lesiones en las manos… luego de superarlas, se inscribió con autoridad entre los inmortales del periodo como Fullmer, Gavilán o el propio Robinson.

       En la historia del boxeo, si alguien dejó huella indeleble fue "el recogedor de cebollas de Syracuse", el hijo de inmigrantes italianos que nunca se puede dejar fuera cuando se pase revista a la grandeza del ring de todas las épocas.


















miércoles, 24 de agosto de 2011

Campeon significa ganarle a oponentes de clase


Por Andrés Pascual



      Debido al rosario de organizaciones regentes, a sus respectivos rankings y a las 13 divisiones en discusión, se puede decir que el boxeo profesional es un fraude mayor que creer que Che Guevara fue “un romántico idealista preocupado por el futuro de los pobres…”

      Hoy a cualquier campeón, con el beneplácito del propio “monarca”, le evitan el enfrentamiento en el que se le quiere ver, que puede ser otro campeón; o un clasificado de posibilidades de la lista inservible que nunca disfrutará del momento de fama y alguna fortuna por la conveniencia de la promoción. ¡Esos pobres obreros de las clasificaciones, para los que no hay leyes que obliguen al respeto de ellos mismos por el relajo de los escalafones, que no se mueven con sus victorias y que salen de la lista cuando al que las confecciona le venga en ganas…!

      ¿Cómo es posible que un tipo se vaya bajo anuncio de retiro y regrese después a una pelea titular de un peso superior o pactado en el nuevo estilo de la fábrica de dinero, que no existe en reglamentos oficiales (peso a conveniencia), sin lograr en el ring el derecho a la pelea? A veces no es a un pleito por el campeonato, sino especial, con igual irregularidad en el peso y con más publicidad, más dinero y más falta de respeto que las titulares con las que completarán el programa.

       Pocos boxeadores de hoy, de esos que ridículamente llaman “megapeleadores”, están dispuestos a enfrentar a un contrario difícil contra el que no han peleado; o a ofrecerle la revancha al retador que les hizo un pleito parejo en la primera oportunidad. No, eso es propiedad exclusiva de un pasado magnifico, de la era cuando para boxear, brillar y coronarse o no, había que ser boxeador de verdad “de las zapatillas al pelo”. Por eso Maravilla Martínez, Bernard Hopkins, Shane Mosley o los pesos pluma mejicanos como Juan M Márquez, Barreras, Morales y José L Castillo tienen asegurado su lugar en el Salón de la Fama, porque son parte de lo poco comparable “al buen tiempo ido” en los últimos 10 años que nunca han evitado el compromiso oficial por difícil que fuera.

      Entonces dos pugilistas se enfrentaban las veces que lo exigiera el fanático, que tenía voz para hacerlo y era tomado en cuenta por apoderados y promotores en todo el carácter de su importancia como parte fundamental del éxito de la cartelera.

      Las series Armstrong-Ambers, Armstrong-Arizmendi, Robinson-LaMotta, Zale-Graciano, Pep-Sadler, Cocoa Kid-Holmar Johnson o Luis Manuel Rodríguez-Emile Griffith, verdaderos clásicos del boxeo, eran más interesantes cada vez por la ferocidad y la clase técnica de la disputa.

      Hoy los representantes de los boxeadores temen una derrota del protegido y, en los anales de Fistiana, verdaderas luminarias del ring perdieron en su primera pelea, en la primera y en la segunda; o, entre la primera y la décimo-quinta no una, sino hasta tres veces.

      No había miedo a enfrentar a nadie, los boxeadores eran mucho mejores, el nocao técnico no se empleaba con la frecuencia, que es miedo del referí, con que se decreta hoy y el público no le retiraba la confianza a un pugilista por una pelea perdida; hoy lo cuestionan si le dan un knockdown, aunque se pare y gane después por fuera de combate y hay más de 50 casos en los últimos 20 años, con la mácula de la asimilación o debilidad mandibular como estigma implacable y presente en toda su carrera.

       Todo es un fraude, pero el mayor es la llamada megapelea, porque para pleitos de superior envergadura se necesitan dos contrincantes de igual clase profesional y, en los últimos 15 años, muy pocas de estos paquetes, fabricados para estafar al público, presentan dos oponentes de similar calidad moral y deportiva como para calificar de buena la inversión increíble del PPV o de la entrada a la Arena.

       Da lo mismo Holyfield que Pacquiao, el PPV está presente hasta para algunos que, hace solo 30 años, no podían ser preliminaristas en la Arena San Nicolás de Nueva York…y oiga o lea la publicidad que les hacen, superior a las de Robinson, Jack Dempsey, Marciano o Joe Louis juntas.

       ¿Tendrá solución el problema del boxeo actual? Nadie sabe: ni si habilitan Dubai como la próxima Catedral del Boxeo ni si regresa triunfalmente al Garden la estelaridad que brilla por su ausencia ni si continúa “la megapelea” en los “megaestadios” del país…

       El fanático pudiera obligar a cambios que hagan algo por contener la corrupción moral y material; sin embargo, cualquier pelea de Pacquiao, de Mayweather jr. incluso de Holyfield, se compra con la avidez con que pudiera recibir un pan con bistec y una botella de agua un ciudadano de un país del Cuerno Africano o de Sudán.

       El público de hoy está preparado para que le roben y consciente, no ciego, ante el chantaje y la extorsión de que es objeto. La forma como explotan el nacionalismo o el regionalismo los promotores, “las campañas de odio” que orquestan, son un obstáculo para que “el respetable” se resista a jugar un papel de importancia a su favor.

       Por los estudios de mercadeo, los responsables de esta falta de respeto monumental saben que pueden seguir acabando con este deporte y sacándole el dinero del bolsillo al fanático. Sin complejos de culpabilidad, hasta que no entierren al pugilismo no paran.




























lunes, 22 de agosto de 2011

Cinco grandes batallas del ring en Yanqui Estadio


Por Andrés Pascual



       El nuevo y monumental estadio de los Yanquis de Nueva York puede tener todo el lujo que dicen; ser todo lo confortable que quieran; pero la leyenda quedó en el lugar donde estuvo construido el antiguo parque que fue escenario de más de la mitad de la historia del beisbol moderno desde su construcción en 1923.

       Lo mismo sucede con el boxeo: muchísimas de las más grandes batallas del ring se desarrollaron en el lugar en el cual Ruth, Gehrig, Dimaggio o Mantle hicieron parte de la leyenda que desemboca en el apodo los Mulos de Manhattan.

       Tanto para la pelota como para el pugilismo, en el lugar donde estuvo el viejo y glorioso parque de la barriada del Bronx quedaron vagando sin rumbo los fantasmas de los héroes y las memorias de sus actuaciones en la Feria del Músculo. A los fantasmas ni se les engaña ni se les traslada de morada…

      En Yanqui Stadium, que sí fueron trasladadas a la nueva y soberbia instalación, existen dos placas que recuerdan las dos visitas papales al parque y las misas masivas que ofrecieron. Otra placa recuerda que la pelea Alí-Norton fue, en su momento, la que más recaudó con 2.5 millones de dólares. Y otra le dice al visitante que, en 1938, 88,000 personas presenciaron cómo Joe Louis demolía a Max Schmeling en pelea revancha de connotación política, constituyéndose en la mayor entrada boxística al parque neoyorquino.

      Nigel Collins, uno de los editores de The Ring, se entretenía en analizar las peleas importantes en la historia de las grandes arenas de Estados Unidos; previo análisis, escogió 30 celebradas en Yanqui Stadium para seleccionar cinco definitivas; según el cronista, estas fueron las más grandes batallas que se escenificaron en cuadriláteros colocados sobre el montículo de pitcheo sobre el que construyó Whitey Ford su ruta a Cooperstown:



              1.- La victoria por nocao de Joe Louis contra Max Schmeling el 22 de junio de 1938 en pelea revancha, considerada como “el triunfo de la democracia sobre el nazismo” y que solo demoró 124 segundos del primer round.



              2.- La victoria de Carmen Basilio sobre Sugar Ray Robinson en 15 sangrientos episodios el año en que la faja mundial mediana cambió de dueño tres veces.



              3.-  La sensacional victoria de Tony Zale sobre Rocky Graciano el 27 de septiembre de 1946, en la que el ítalo-americano, favorito del público de la ciudad, castigó durante cinco capítulos a su oponente antes de que un gancho al hígado del Hombre de Hierro pusiera fin dramáticamente al pleito.



              4.-  La decisión en quince peleados rounds que se llevó Benny Leonard contra Lew Tender y, con esta, la faja mundial lightweight.



              5.-  La que le ganó Sandy Sadler a “La Sombra” Willie Pep  el 8 de septiembre de 1950, una de tres victorias del fuerte pegador sepia en 4 encuentros memorables para la historia del boxeo.



      Pudieran considerarse otras, pero, para Nigel Collins, por significaciones especiales, estas son las cinco grandes de Yanqui Estadio en su historia como anfitrión boxístico.

      Hoy, porque la instalación es nueva y por la poca clase que muestran los boxeadores, es poco posible que, si continua “la moda” de boxear en Yanqui Stadium, se puedan ni igualar no a esos; sino a otros que no contaron a la hora de seleccionar las treinta iniciales; por lo menos ni a corto ni a mediano plazo.














Entre la Gloria y el Infierno (titulo de Rene Molina)


Por Andrés Pascual

(reeditado



       Según le contó Richard Schafer a espn.com, el llamado ex Golden Boy de estos tiempos está en rehabilitación, sin embargo, no dice si por asuntos de drogas, de bebidas alcohólicas o de ambas adicciones.

      Sin poderse comprobar la razón del internamiento, Schafer, que explicó que por encima de sus relaciones laborales con Golden Boy Promotions estaba su amistad con el empresario, no dio las explicaciones sobre un particular que se expuso al público porque el sitio de chismes TMZ descubrió y que, aparentemente por lo penoso, no estaban dispuestos a darlo a conocer; sin embargo, hubiera sido necesaria una buena justificación por la ausencia del ex boxeador el sábado pasado del pleito Hopkins vs. Pascal.

       ¿De qué escasea el ex pugilista para vivir? De todo y de nada, porque hay un momento en la vida muelle que lo que está al alcance de la mano puede ser el mundo, que se convierte en insuficiente por la asfixia que produce ese nivel de vida. Sin dudas que “El dinero no es la vida”.

       Como quiera que sea es una pena, porque al ex peleador lo proyectaron como ejemplo del cumplimiento del “Sueño Americano”, libre de vicios dignos de los desclasados marginales del barrio en que nació, el Este de Los Angeles que, como un castillo de naipes, de pronto se derrumba y da la impresión de que éxito significa decadencia y que el cumplimiento del “Sueno Americano” exige, en pago, el cambio de actitud ante la vida, o lo que es lo mismo a “millones+jet-set=DROGAS y depresión adquirida por inanición espiritual”.

        Oscar, digno representante del boxeo de hoy, elevado a niveles inmerecidos provocados por la media en contubernio con un deporte de más fanfarria espectacular que clase atlética, ganó 6 fajas con solo 39-6, realmente tan falso o fraudulento como increíble si se analiza con justicia o realismo; pero Fernando Vargas ganó 2 con 31 triunfos y…así.

         Como quien no quiere las cosas, Pacquiao lució muy superior contra el californiano en el 2008 que lo que pareció Hopkins antes; a decir verdad, ¿Cómo fue posible esto? ¿Acaso alguien pudiera considerar a Pacquiao superior al Verdugo? Yo sí, si sube como contra Oscar, “cargado”, más las exigencias del peso, posiblemente disponga del victimario de Jean Pascal mejor y más rápido. Cuestión de que se empeñe Arum…














Bocchicchio, entre el racquet y Jersey Joe Walcott


Por Andrés Pascual



      Si algún deporte ha sido blanco del hambre del gángster es el boxeo: de raquecteros, de mafiosos de verdad o miembros de “la cosa nostra”, ¿Por qué razón esta disciplina ha sido la preferida de estos lobos de las apuestas, la extorsión y el crimen?  ¡Quién sabe! Pero, se me antoja creer en lo indefenso que está un individuo que pretende pelear, que necesita quién lo represente y, como la mayoría, sin formación educacional.

     Benny Paret era analfabeto. No por gusto el boxeo se nutre de jóvenes procedentes de los barrios más pobres; a fin de cuentas, los más necesitados de fama y fortuna, sobre todo de lo último..

       En una biografía autorizada, Willie Pep contó de los nexos de Rocky Marciano con la mafia italiana de Nueva Jersey y la visita, desde el día siguiente, de un “inspector” para cobrarle un préstamo de 500 dólares que le hiciera el ex campeón de peso completo; aunque, eso sí, de “buena forma”. Pep pagó menos de una semana después y no le dirigió la palabra nunca más al hombre que masacró a Joe Louis.

      A Felix Bocchicchio se le recuerda en los anales de Fistiana como al manager de Jersey Joe Walcott durante y después de su ascenso al campeonato mundial de peso completo. Pero poco por las actividades que le llevaron a la cárcel unas veces, o que sirvieron para considerarlo sospechoso en más de un crimen, otras.

     Bocchicchio nació en 1906 en Pennsylvania y en 1930 cae preso por extorsión y robo.

     Cuando lo pusieron en libertad se dirigió a Nueva Jersey, donde lo apresaron como “persona de interés” en el asesinato del detective de la policía William Feitz.

     Entre 1935 y 1936 estuvo en problemas por robo en un bar y por operar máquinas de juego no autorizadas; así como por apuestas ilegales en carreras de caballos. Para finales de la década de los 30’s, tenía un largo historial de arrestos por varias causas como sospecha de asesinato, extorsión, robo…

    A mediados de los 40’s la carrera de Walcott se había estancado y se encontraba peleando en pequeñas carteleras en el área de Camden; entonces llamó la atención de Bocchicchio, que no sabía de boxeo; pero aprendería…Sin embargo, fue capaz ver en el ya casi viejo gladiador una mandíbula resistente y pegada de noqueador, lo que ningún hombre de boxeo se había detenido a observar.

    Bocchicchio se le ofreció a Walcott para dirigir su carrera, lo que de inicio fue rechazado por el boxeador con “nunca he podido hacer algo boxeando y lo único que quiero es un trabajo del que coman mi esposa e hijos regularmente”. Walcott tenía más de 30 años y se había cansado de hacer planes optimistas para concluir frustrado y deprimido.

    Pero el candidato a manager se hizo cargo del abastecimiento de la familia, le puso carbón a la estufa de la casa y renovó la licencia de Walcott como peleador.

    El regreso del gladiador en 1945 fue exitoso por 8 ganadas en 9 peleas. Las esperanzas se incrementaron cuando se impuso a 3 ranqueados entre los cinco primeros: Joe Baski, Lee O. Murray y Curtis Sheppard.

    Comenzaba así el viaje de Jersey Joe Walcott a la cúspide del boxeo mundial, que alcanzaría en 1951, más su entrada a los libros de récords.

    Noqueó a Edzzard Charles por la faja mundial luego de varios intentos y, durante esos años, Walcott y Bocchicchio eran figuras permanentes en las páginas deportivas de casi todo el mundo.

    Fue en esa época que el manager contrató a Angelo Balandra como abogado de su boxeador y de él mismo. Balandra tuvo una larga y exitosa carrera política en Nueva Jersey en el circuito legal, en el que sirvió como juez y fue un respetado líder comunitario por muchos años.

    Walcott mantuvo su campeonato por solo 14 meses antes de que Marciano lo noqueara. La revista LOOK recogió un comentario de Bocchicchio en enero de 1953 sobre el pegador ítalo que decía “Ese hombre es de hierro”.

     El 16 de enero de 1953, Felix Bocchicchio se repuso de un ataque cardíaco y su protegido peleó una revancha contra Marciano el 15 de mayo en la que cayó anestesiado en el primer round, concluyendo así su carrera.

     Bocchicchio y Walcott mantuvieron relaciones personales y de negocios por varios años.

     En junio de 1975, en Mount Ephraim, Nueva Jersey, falleció Felix Bocchicchio, que logró una gran estabilidad económica y, a diferencia de Frankie Carbo y Blinky Palermo, murió en la comodidad de su hogar.














Boxear no es caerse a tranca


Por Andrés Pascual

(reeditado)



       Caerse a leña con un contrario en el ring no es boxeo; incluso esa actitud tampoco es definitoria del estilo “fajador”; en Fistiana el fajador no es el que persigue a un contrario, sino el que inicia el ataque. El que persigue a tiempo completo, sin lograr arrinconar al oponente porque no sabe o no puede, es un toro en la plaza y, el perseguido, si tira, el torero: cortar el paso, caminar el ring, velocidad de piernas, ahí está el secreto…

       La pelea del pluma cubano Luis Franco (9-0, 5 KO’S) contra el mejicano Leonilo Miranda (32-3, 30KO’S) el viernes pasado, desde Santa Inez, California, puede catalogarse, por las declaraciones del azteca, dentro del marco de “visiones del peleador frustrado”, que no pudo arrinconar a un peleador rápido quien, sin nocao punch, cada vez que se paró lo golpeó con puntería: “no le gané porque corrió mucho…”, no, esa no es la respuesta, “no le ganaste porque no sabes boxear para acorralar a quien se mueva rápido y bien”, en este caso, Miranda fue un toro y pare de contar.

       A mi modo de ver, el pleito fue tablas: no aprecié una superioridad evidente de un pugilista sobre el otro y, lo que sí vi, fue un knockdown propinado por el mejicano en el primero, que el referí lo confundió con un resbalón por cegato o quién sabe la razón.

       Ahí se decidió la victoria con dos jueces votando 97-93 y 94-92 por el antillano y el otro 94-92 por el paisano de Kid Azteca.

        El triunfo, por apretado, no es un examen que califique al cubano, como expresó Richard Dobal, para un bout championable; sino solo su más duro combate hasta ahora.

        Falta un buen tramo para que se comiencen a considerar las mejores peleas del 2011 que, posiblemente, esta no sea una de ellas; sin embargo, algunos cronistas ya están pensando en que el 5to. round califique para el premio al asalto del año.

       Luis Franco se mueve bien y pega con efectividad sin anestesia general. Creo que no pudiera ganarle a las figuras grandes de la división ni lograr una faja decente, no de esas ripieras que están repartiendo por ahí, como las emisoras radiales de Miami ofrecen pulloveres con su logotipo al frente.
















































Hay exageraciones que ofenden


Por Andrés Pascual



       Doug Fischer escribió para The Ring que, “Andre Ward, medallista de oro en la Olimpíada del 2004, está en el camino de Leonard, de Alí y de Oscar de La Hoya…”, lo anterior, según Don Gossen.

       En el camino de una soberana exageración sí es; o, tal vez, Goosen se haya referido a que el campeón mundial super mediano del AMB obtuvo una medalla olímpica y marcha invicto, hasta ahora, en el profesionalismo.

        Es poco serio que a alguien reconocido como un “zorro del boxeo” se le ocurra situar en el mismo nivel que a Alí y que a Leonard a Andre Ward. Al californiano que apodan Golden Boy es un sacrilegio elevarlo al nivel del medallista de oro en Montreal-76 o del Más Grande. Quizás al de otros buenos (solo eso) campeones de menos nivel, es posible.

      Para cualquier conocedor de galería, de La Hoya fue un producto manipulado y sobrevalorado por la Media de hoy para un deporte realmente escaso de figuras, que ayudó a salvar al pugilismo financieramente a través del apoyo del mundo hispano en Estados Unidos. Híbrido de nacionalidad, se le explotó en ambas direcciones, con resultados impresionantes para las relaciones públicas, como la realidad posible del “Sueño Americano” capítulo minorías.

       El sábado pasado Ward sometió al armenio Arthur Abraham por una plaza de finalista para el novísimo Torneo de Super Seis, cuyo único objetivo es rescatar del fondo de un abismo la popularidad que, a pasos agigantados, pierde el boxeo por el pésimo manejo en todos los niveles. El evento es un intento por ampliar la mercadotecnia; pero ni una tabla de salvación para tan maltratada disciplina.

       El ganador, un cute boxer que no pega, con tendencia a aburrir al respetable por el exceso de escenografía más que ciencia boxística, manejado por algunos elementos de la prensa americana ávida, quizás, de la figura de clase a la que puedan considerar suya tanto como el dinero que paga el promotaje por la difusión, no es ni en la lejanía un peleador capacitado para echarse sobre sus hombros una parte del compromiso que recupere la confianza y el interés de este deporte en Estados Unidos.

       Resulta que en California, de donde es oriundo Ward y se efectuó el pleito, hubo una queja de la esquina de Abraham, porque los jueces seleccionados eran paisanos del americano.

       Las amenazas de suspensión llevaron las aguas a su nivel; sin embargo, la esquina de Ward ripostó después con que “no me dejó (el referí) hacer la pelea infight”, ¿Para qué necesitaba esa distancia? el infight es para los animales, hacheros de potentes brazos que puedan derribar el caguayrán, árbol reconocido por lo duro de su tronco, ¿Entonces?

       Arthur Abraham (32-3, 26 KO’s, 74.2 %) al que, en medio del bullicio que forman los cronistas de hoy con cualquier boxeador que gane un par de peleas apodaron King Arthur, pésima comparación con el mítico personaje de Britania, le ganó una decisión dividida a Andre Durelle; perdió una decisión unánime contra Mikkel Kessler y noqueó a Jarmain Taylor en 12 rounds.

       Por su parte Andre Ward (24-0, 13 KO’s, 54.1 %), le ganó la faja supermediana de la AMB a Mikkel Kessler por decisión técnica; a Edilson Miranda y a Allan Green de forma unánime en 12 capítulos y le administró un somnífero al público durante 12 episodios de mala película de matiné a Sakio Bika.

       Si bien el sábado pasado las tarjetas de los magistrados mostraron una inequívoca superioridad de Ward sobre Abraham (120-108, 118-110 y 118-111), la realidad sobre el ring evidenció otra pelea más, sin ningún tipo de brillantez por parte del ganador.

       Señales de los tiempos. Gossen, por mucho que quiera, no puede confundir a nadie: con Andre Ward se comete el mismo pecado de proposición que se repite una y otra vez por la crónica del sector durante los últimos 20 años: dejar de ser cuidadoso en el elogio a la figura joven que, en estos tiempos, frustra más que lo que puede cumplir su compromiso con el público, con el deporte y con sí mismo.














A pesar de la brutalidad y las muertes en el ring


Por Andrés Pascual



       Si la pelea Pacquiao-Mayweathers j. se celebrara, por lo menos 80 millones de dólares pondrían a la disposición de ambos boxeadores como recompensa por lo que se ha pretendido imponer como “el más grande starbout de la historia”…Una despiadada barbaridad.

       La primera gran bolsa ganada por Sugar Ray Robinson fue de 6,000 dólares en 1941, buenos para rentarle un amplio apartamento a su madre en una céntrica esquina de Harlem.

       Sin embargo, cuando falleció, después de colapsar en su esquina en pleito titular el 20 de noviembre del 2008 contra Teo Kennedy en Filadelfia, a los familiares de Paco Rodríguez le pagaron la ridiculez de 6,500 billetes verdes…Una miserable insolencia, no solo porque fue el precio en que tasaron la vida de un hombre; sino porque, los familiares del gladiador caído, previo deseo expreso de este, donaron sus órganos como gesto del más alto humanismo posible al alcance de la mano.

       Las muertes en el ring, las secuelas posteriores al retiro como marca registrada de la brutalidad de este deporte, al que muchas “personalidades” se arriesgan a llamar “bárbaro” solo porque no les gusta como disciplina unas veces; otras, porque no tienen forma de entrar al circuito de “ordeñadores de la vaca”, siempre han sido una amenaza para la continuidad legal del boxeo; sin embargo, hace más de dos años Bryant Gumbell, del programa Real Sports de la cadena de cable HBO, analizó un estudio hecho en California sobre la cantidad de contusiones cerebrales que se producen en la niñez y en la juventud y pasan supuestamente inadvertidas, o a propósito, cuando golpean con la cabeza una pelota de balompié.

       Las lesiones en el fútbol americano son una barbaridad, ahora ¿Por qué razón tienen menos atención mediática que las del boxeo? Sencillamente, porque las fuerzas motrices y poderosas detrás del balompié y del fútbol americano se encargan de poner a buen recaudo la lesión crónica y las secuelas en sus deportes, en contubernio con el circuito educacional.

       El pugilismo no tiene el poder financiero ni publicitario ni, mucho menos político, que el balompié mundial, que el beisbol, que el baloncesto o que la NFL estadounidense, eso no puede dudarlo nadie; entonces, tampoco tiene de protector al Gobierno por medio de la Secretaría de Educación, porque al boxeo no lo rigen desde Estados Unidos solamente y eso es un problema para todo, incluso para lograr seguros médicos o fondos de pensiones patrocinados y garantizados por un organismo único que, ahora, por la reciente aparición de la Junta Mundial, se ve más disminuido y confuso con otro grupo agregado al rosario que existía.

      Al boxeo le han hecho ajustes para “humanizarlo” desde principios de los 50’s, con incremento de las medidas desde la muerte de Benny Paret en 1962 y otras durante los últimos tiempos, al extremo de que el nocao flat desapareció ante el nocao técnico, muchas veces decretado apresuradamente, en contra de la posible recuperación del boxeador golpeado, lo que refleja el miedo de los referís a que se produzca una fatalidad en su turno de trabajo.

      Sin embargo, continúan las violaciones en los chequeos médicos, sobre todo con peleadores negros o mejicanos, tanto en una Costa como en la otra de Estados Unidos.

     La petición universal, “vox populi”, es que este deporte necesita intervención gubernamental; pero no es patrimonio de Norteamérica, por lo que es imposible que pueda ocurrir con carácter global, ya que este país no puede hacer nada en Hamburgo o en Kiev, por ejemplos.

      Lo que no puede suceder es que, violaciones de ética y reglas, a la distancia de 25 años, se repitan, como la masacre de Billy Collins el 16 de junio de 1983, cuando al trainer Panamá Lewis se le ocurrió la infeliz idea de retirar relleno de los guantes del boricua Luis Resto, muy inferior a Collins, con el resultado de que lo desfiguró por la golpiza con, más que manos enguantadas, hachas filosas de encargo mortal. Fantasma que regresó para demostrar que la supervisión debe ser más estricta y meticulosa, al fallar con los guantes de Antonio Margarito que, a petición de la esquina de Shane Mosley, fueron descubiertos antes de que cometiera una carnicería.

     Son hechos que conspiran contra el boxeo que, a pesar de todo, los ha asimilado hasta continuar su rumbo más o menos exitoso; aunque nunca como durante la Edad de Oro. Lo peor de hoy es la manipulación de viejos y nuevos “zorros del oficio”, designio fatal de factura humana que, cada día, todo cuanto hacen por desprestigiarlo parece poco. Este deporte está en peligro de extinción y nadie sabe si queda tiempo ni cuánto para proteger su especie…
















El hombre que invento el promotaje: Tex Rickart


Por Andrés Pascual



      Si algún personaje relacionado con el boxeo vivió la vida “al ancho de la soga”; o sea, repleta de acontecimientos dignos de un guión cinematográfico, fue George Lewis “Tex” Rickart, que nación en Sherman, Texas, el 5 de junio de 1870.

      Rickart, que quedó huérfano desde los 10 años, hizo de todo para sobrevivir en un medio tan hostil, aun para hombres duros, como el Salvaje Oeste: vaquero a las órdenes de un rico ganadero, sheriff de uno de esos pueblitos que reproduce el cine con sus duelos, asesinatos a traición y salones de juego…
        A los 17 años se fue a Klondike durante la fiebre del oro y descubrió el preciado mineral en la famosa mina Bonanza.

      A Jack Kearns, después manager de Dempsey, lo conoció allí; al novelista Jack London, también, y a un joven ingeniero que llegaría a la presidencia de la Unión: Herbert Hoover.

       Con 60,000 en los bolsillos, Rickart abrió un casino de juegos y perdió el dinero cuando varios mineros golpearon fuerte un número con grandes sumas. Entonces se fue a Nome, en Alaska, hizo medio millón y desperdició más de la mitad en reclamaciones de oro sin fundamento.

        La próxima parada fue Goldfield, en Nevada, donde puso un hotel con salones de juego. Era 1905 y, para promover la localidad, depositó 34,000 con la finalidad de asegurar la pelea entre Joe Gans y Battling Nelson por el campeonato mundial lightweight.

        Rickart le garantizó 34,000 a Nelson y 11,000 al Viejo Profesor en su debut como promotor. El peleador sepia ganó por descalificación en el round 42.

        En los inicios del siglo pasado no era común pagarle una suma considerable a los boxeadores, sino que los promotores les ofrecían una parte de la entrada; pero Tex Rickart estableció el pago y dividendos colaterales, como ocurrió en su segundo gran pleito entre Jack Johnson y Jim Jeffries, el 4 de julio de 1910, en Reno, para el que les garantizó a ambos pugilistas varias decenas de dólares y un % en los derechos cinematográficos.

        Pero su etapa más lucrativa fue cuando inició la presentación de las peleas de Jack Dempsey. A la asociación entre el Asesino de Manassas, su manager Jack Kearns y el promotor le llamaron el Triángulo de Oro por las enormes cantidades que generaban.

        Cuando Dempsey derrotó a Jess Willard por nocao en Toledo, Ohio, el 4 de julio de 1919, se producía el debut de Tex Rickart como promotor del Ciclón del Lago Salado.

         Para la pelea Willard-Dempsey colocó asientos para damas en una sección que llamó “ Jenny Wren” y otra en que instaló a la clase alta, convirtiendo al boxeo en un deporte de alta concurrencia en la arena y en la taquilla: nacía, de esa forma, la importancia del mundo de Fistiana para la sociedad.

         En 1920 firmó un contrato de renta de 10 años por el Madison Square Garden, en donde promoteaba seis días de la semana carreras de bicicletas, lucha libre y boxeo en los espacios al aire libre. Los cinco encuentros titulares de Dempsey durante los próximos siete años, los presentó en la instalación con 8 millones engrosados entre todos. Así nació al boxeo el nombre de la más famosa y legendaria arena de todos los tiempos.

         Entonces, respaldado por varios millonarios inversionistas, construyeron el “nuevo Garden” (1925-1968) y fundó una nueva franquicia de hockey: los New York Americans, adscrita a la Liga Nacional de esta disciplina. También en 1925 gestionó con el dueño de los Yanquis, Jacob Ruppert, la presentación de grandes peleas en la instalación beisbolera.

         A Tex Rickart se le agradece el desarrollo del interés por el boxeo, su despegue hacia la cumbre preferencial del fanático hasta hace 20 años, en que se ha visto reducido por, precisamente, el mal de fondo que supone un promotaje dispuesto solo a timar al público por la vía del fraude y con ayuda de la televisión, en niveles nunca antes vistos.

         El artífice sin igual en la faena sentó las bases del negocio millonario en el boxeo a partir de la promoción de muchas de las más grandes batallas del ring conocidas, convirtiendo al pugilismo en campo de ganancias fabulosas para quienes se ven envueltos en la función.

         Tex Rickart ha sido, sin discusión, el más grande y el más influyente promotor en la historia del noble y gran deporte de combate.

          El 5 de julio de 1929, en Miami, mientras hacía arreglos para presentar a Young Stribling contra Jack Sharkey en pelea de peso completo, falleció Rickart por complicaciones de una operación de apendicitis.

          Por su importancia para el sector boxístico fue instalado, desde la década de los 50’s, en el Salón de la Fama de este deporte.










domingo, 21 de agosto de 2011

Vacante la silla del Zar del Boxeo


Por Andrés Pascual

(reedición)



       A veces la gente se confunde con respecto al poder máximo en los manejos del pugilismo. La creencia general identifica a Bob Arum, cara visible y mandamás de Top Rank, una de las dos promotoras, junto a Golden Boy, reconocidas como “pesos pesados” de la actualidad, como la columna vertebral del Imperio de Fistiana.

       Sin embargo, el verdadero poder fantasma, capaz de regir el destino (y el dinero) del pugilismo de hoy, es quien ocupe el puesto de Presidente de HBO SPORTS.

       Ross Greenburg acaba de renunciar a la poderosa silla como presidente del deporte de la cadena Premium de cable, la que ocupó desde el 2000, cuando sustituyó al que consideran muy exitoso en una era de aciertos continuados, Seth Graham.

       El período 1982-1990 fue pródigo en grandes figuras del boxeo, esa etapa la marcaron con su clase indiscutible peleadores como Leonard, Durán, Hagler, Tommy Hearns o Mike Tyson. Los 90’s, si bien no tuvieron el enorme atractivo de la anterior, todavía contempló el desarrollo del Golden Boy, de Chávez, de Trinidad, de Hopkins o de Jones jr.

        Pero, cuando Greenburg ocupó la presidencia, poco quedaba a mano como para hacer una historia nueva y trascendental: con Mayweathers jr. como atracción de taquilla de vez en cuando contra una oposición irregular que molestó y molesta al publico; con Oscar y Tito en fase decadente; con Roy Jones jr recibiendo palos más a menudo de lo que su clase ameritaba; con Lennoxx Lewis despidiéndose cuando debió representar a Occidente en el atractivo y necesario enfrentamiento Este-Oeste y con ninguna presencia de interés americana en la división completa, dominada por los ex soviéticos, en especial, por los hermanos Klitschskos.

         Joe Calzaghe, de Inglaterra, peleó poco en rines estadounidenses; pero apareció el “fenómeno de Manila”, Manny Pacquiao y el hoy  ex presidente “se puso las botas”.

         Dicen que la instalación de micrófonos en las esquinas de los boxeadores es uno de los aportes positivos de la gestión de Greenburg;  además de la contratación de Harold Lederman como el cuarto juez, “no oficial”, que vota para los comentaristas y para el público de las transmisiones. En lo personal, no le veo ninguna importancia a estos detalles a la hora de evaluar su trabajo, pero…

         Según los especialistas, uno de los errores de Greenburg fue el derroche de dinero en la pelea Devon Alexander-Thomas Bradley, con guarismos millonarios en el pago a los boxeadores, que fue promocionada a base de errores y que concluyó desastrosamente, concediéndole a Gary Shaw un par de peleas para un boxeador sin brillo como Sergio Dzinziruk. Sin embargo, tanto Bradley como Alexander eran 2 de los 4 peleadores welter junior más atractivos al momento del pleito

         Según Kevin Iole, el próximo presidente, que pudiera ser Michael Lombardo, necesita habilitar un programa semanal, quincenal o mensual al estilo de INSIDE THE NFL, para fortalecer la presencia del que todavía es el principal deporte del programa hasta que, un día, se decidan por adquirir los derechos del fútbol.

          También de la cosecha de Iole y con lo que concuerdo plenamente: el sustituto deberá lograr no solo las mejores peleas, sino desembolsar el precio justo por cada una, a ver si, “de guilletén”, nos bajan un poco el importe del PPV y podemos ver el boxeo en la tranquilidad del hogar sin sobresaltos ni remordimientos.

         De momento, dicen que Erislandi Lara pudiera irse a SHOWTIME. Con el abandono por el cubano de HBO, realmente nadie sabe si llorar o reír, a fin de cuentas, no es una atracción de taquilla, por lo que no creo que resulte un dolor de cabeza esa ausencia para el que se estrene como presidente.














Cambios protagonicos en el reparto


Por Andrés Pascual



       Lo del boxeo profesional es un sainete sin categoría, menos serio que cualquier “acto picante” entre el negrito, el gallego y la mulata del teatro bufo tradicional cubano de “Cuando Cuba reía”.

       Resulta que, “a la hora de los mameyes”, nadie sabe realmente quién es la figura grande del boxeo, capaz de llenar estadios y de colapsar la línea de demandas del PPV.

       Los grandes boxeadores exigen oponentes también grandes para construirse el camino a la inmortalidad. Antes, ningún boxeador podía ser ni ídolo ni llenaba arenas por si mismo, necesitaba un contrario que impusiera alguna duda sobre el resultado.

        La gente no iba por Robinson, sino por Robinson contra Gavilán, contra Basilio, contra Fullmer, contra Armstrong, contra LaMotta…

        Como que todo ha cambiado para mal del boxeo, pues cualquier lugar se llena para ver a Manny Pacquiao contra un peleador al que ese mismo público no le da posibilidades ni de 1 %.

        Sin embargo, los conceptos de “primero en todo” cambian cuando a la prensa le da la gana, por ejemplo, Lem Sattefield, columnista de The Ring, argumenta sobre la posibilidad de que Amir Kahn se le adelante a Pacquiao en “el match soñado”, porque, según Richard Schaefer, la pelea de Mayweathers jr contra el filipino “pudiera ser; pudiera no…” este individuo es la personalidad gris detrás de Golden Boy Promotions, que maneja al inglés.

        Según Schaefer, el pleito peligra porque “han fallado dos veces en ponerse de acuerdo las partes; porque Pacquiao tiene una demanda contra el Niño Feísimo y porque Kahn y Mayweathers jr tienen lazos con la promotora de Oscar”, lo que le facilitaría al inglés el privilegio de “llegar primero” al dinero grande en la que sería la # 40 y tanto de las anunciadas como pelea del siglo en solo 10 años de iniciada la centuria.

        El problema es que, desde el título del comentario, usted recibe la impresión de que Floyd es “lo mejor de lo mejor”, dejando al asiático y al árabe súbdito de la Corona como dos retadores de buen lugar en el escalafón, pero que necesitan (yo lo creo), del “incorregible” para poder consolidar sus carreras.

         Entonces toda la tinta gastada, toda la saliva desperdiciada en radio y televisión y todo el consumo de electricidad por el uso de la computadora construyendo la leyenda Pacquiao se caen cuando quieren hablar claro o, por lo menos, intentan.

         Yo creo que para Pacquiao no puede existir un pleito grande de verdad, que lo coloque en niveles astrológicos, que no sea con Floyd Mayweathers jr  y van a tener que aceptar menos dinero que el que se llevaría este que, además, ha demostrado que conoce cómo presionar para llevarse la tajada mayor.

          Lo que sabe el viejo camaján de Satterfield es que Kahn puede boxear primero contra Mayweathers jr, pero no ganarle, lo que dejaría preparado el camino, con las mayores expectativas posibles, para la pelea grande entre Mayweathers jr y Pacquiao el que, posiblemente, tampoco pueda ganarle al americano ni si sube “tocado”.

          Por circunstancias que quizás tengan que ver con las exigencias de más dinero para la pelea contra Márquez, posiblemente Manny Pacquiao sobra para los planes futuros de los mismos que lo inflaron.

          Lo que quiere decir que pudiera no llegar nunca al pleito contra Floyd Mayweathers jr, después que se lo echen a los leones descubriéndole “lo positivo” y que, quién puede dudarlo, el mexicano le suministre un saco de patadas el 12 de noviembre.












Mares gano bien; pero el referi se vendio


Por Andrés Pascual

 

       Abner Mares conoce lo que es el despojo desde la edad juvenil: en las Olimpíadas de Grecia-2004 le robaron una pelea contra el húngaro Bedak que, de lo menos que dio ganas, fue de mandar a fusilar a los jueces; después, cuando inició su promisoria carrera profesional, necesitó de una operación de retina que la puso en dudas. Sin embargo, su voluntad y su sacrificio lo han colocado otra vez en las grandes ternas del pugilismo hasta que, el sábado pasado, en el Hard Rock de Las Vegas, derrotó al africano Joseph Agbeko en una dura y cerrada batalla.

        El pleito que ganó el mexicano fue animado de principio a fin por la acción continuada de ambos pugilistas; sin embargo, para deslucirlo, se apareció el señor Russell Mora, referí que debe ser investigado y después separado de la faena por su parcialidad inobjetable hacia el azteca, que no necesitaba tamaña ayuda.

         O a Mora le pagaron; o le tiene odio a los negros que se pintan el pelo; o es ultra regionalista y cualquier fundamento juega como para que no se le vuelva a dar otra oportunidad de nivel y, acaso, ni de preliminares en Durango.

         El título en juego fue la faja bantam FIB y otra de esas, creo que de nombre Silver, del rosario inútil del los tiempos y organismos modernos, patrocinio de Showtime como parte de esos torneos Super con que quieren reanimar al moribundo boxeo profesional.

         Cuando el referí Mora le contó al africano en el 1er round sobre lo que no fue un golpe contundente ni una caída por acción retardada de un gran impacto, se podía vislumbrar lo que vendría después en cuanto a protección y beneficio de Mares, que siguió haciendo su trabajo rumbo al triunfo.

         Con violentos intercambios en la media, Abner Mares superó por muy poco a Agbeko, tanto que un amigo me decía al concluir que, “si no le quitan los rounds por las caídas, era tablas…” Puede ser, pero, por lo menos yo, vi ganar a Mares por una unidad.

        Atento a todo lo malo que hiciera el ex campeón solamente, que fue bastante y con la cabeza, al extremo de que cortó a Mares en el párpado izquierdo desde temprano, nunca tuvo en cuenta los golpes bajos, a mi modo de ver no intencionales, sino por la reincidencia de tirar el gancho desde muy lejos, pero golpes prohibidos al fin y al cabo, que enviaba el mexicano.

       El del 11no. episodio, que fue claro e inobjetable, por poco le da al referí en la nariz, así de cerca estuvo de la zona de la violación.

        La decisión fue mayoritaria a favor del ganador. Creo que la merecía; un juez anotó tablas 113-113 y los dos restantes por Mares 115-111. El que crea que despojaron al africano, también tiene razón, a fin de cuentas, a pesar de incidir en el pleito una de las máculas del boxeo de hoy, la poca integridad o el desconocimiento de la magistratura, fue una pelea interesante, de ritmo rápido que, solo la hizo deslucida la mala intención de un referí comprado, fanático de “la raza” o racista contra los negros.