Por Andrés Pascual
Abner Mares conoce lo que es el despojo desde la edad juvenil: en las Olimpíadas de Grecia-2004 le robaron una pelea contra el húngaro Bedak que, de lo menos que dio ganas, fue de mandar a fusilar a los jueces; después, cuando inició su promisoria carrera profesional, necesitó de una operación de retina que la puso en dudas. Sin embargo, su voluntad y su sacrificio lo han colocado otra vez en las grandes ternas del pugilismo hasta que, el sábado pasado, en el Hard Rock de Las Vegas, derrotó al africano Joseph Agbeko en una dura y cerrada batalla.
El pleito que ganó el mexicano fue animado de principio a fin por la acción continuada de ambos pugilistas; sin embargo, para deslucirlo, se apareció el señor Russell Mora, referí que debe ser investigado y después separado de la faena por su parcialidad inobjetable hacia el azteca, que no necesitaba tamaña ayuda.
O a Mora le pagaron; o le tiene odio a los negros que se pintan el pelo; o es ultra regionalista y cualquier fundamento juega como para que no se le vuelva a dar otra oportunidad de nivel y, acaso, ni de preliminares en Durango.
El título en juego fue la faja bantam FIB y otra de esas, creo que de nombre Silver, del rosario inútil del los tiempos y organismos modernos, patrocinio de Showtime como parte de esos torneos Super con que quieren reanimar al moribundo boxeo profesional.
Cuando el referí Mora le contó al africano en el 1er round sobre lo que no fue un golpe contundente ni una caída por acción retardada de un gran impacto, se podía vislumbrar lo que vendría después en cuanto a protección y beneficio de Mares, que siguió haciendo su trabajo rumbo al triunfo.
Con violentos intercambios en la media, Abner Mares superó por muy poco a Agbeko, tanto que un amigo me decía al concluir que, “si no le quitan los rounds por las caídas, era tablas…” Puede ser, pero, por lo menos yo, vi ganar a Mares por una unidad.
Atento a todo lo malo que hiciera el ex campeón solamente, que fue bastante y con la cabeza, al extremo de que cortó a Mares en el párpado izquierdo desde temprano, nunca tuvo en cuenta los golpes bajos, a mi modo de ver no intencionales, sino por la reincidencia de tirar el gancho desde muy lejos, pero golpes prohibidos al fin y al cabo, que enviaba el mexicano.
El del 11no. episodio, que fue claro e inobjetable, por poco le da al referí en la nariz, así de cerca estuvo de la zona de la violación.
La decisión fue mayoritaria a favor del ganador. Creo que la merecía; un juez anotó tablas 113-113 y los dos restantes por Mares 115-111. El que crea que despojaron al africano, también tiene razón, a fin de cuentas, a pesar de incidir en el pleito una de las máculas del boxeo de hoy, la poca integridad o el desconocimiento de la magistratura, fue una pelea interesante, de ritmo rápido que, solo la hizo deslucida la mala intención de un referí comprado, fanático de “la raza” o racista contra los negros.
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